Lo primero que me enamoró de estas cremas es, indudablemente, el aroma. La crema Monoi tiene una fragancia de coco fresca y tentadora, mientras que la Argan oil tiene una más dulce y floral.
En cuanto a su textura ambas son muy densas y pastosas, pero una vez aplicadas no son pegajosas. Eso sí, se siente de inmediato suavidad y un cierto alivio a la tirantez si las manos estaban muy resecas. Usándolas todos los días fueron una gran ayuda para sobrellevar el invierno, además fui intercambiando su uso para variar el aroma. A diferencia de otras cremas, la sensación de tenerlas en las manos dura hasta que uno se las enjuaga. Sin embargo, debo decir que si bien humectan y suavizan, el efecto de reparación es un poco más a largo plazo y no lo recomendaría para manos demasiados resecas o dañadas.
Una ventaja interesante de estos productos es que son libres de parabenos, y como ya muchas saben, las cremas de Be Feelosophy no son testeadas en animales y contienen ingredientes orgánicos. Algunos compuestos de interés son manteca de karité, aceite de Monoi (coco), manteca de baobab, aceite de palta y vitamina E, con la diferencia que en el caso de la versión Monoi su fragancia es de Rosca damascena.
El formato es de 100 ml y son fabricadas en Chile, con un precio de aprox. $7.000-$10.000 en tiendas de retail.
Espero que les haya servido este post especialmente a quienes buscan una alternativa más natural y libre de crueldad para sus manos.
Abrazos!
Beauty-Excess